jueves, 15 de marzo de 2007

Una Lección de un Viejo Zorro

Rayos... hace tiempo que no escribo aquí y menos, que entrego las segundas partes que prometo. Han mediado en ese proceso la necesidad de disfrutar lo que me quedaba de vacaciones, las interminables noches de cacho en casa de Coca, cierto grado de confesable flojera y el restringido uso del P.C que se me permite en Ovalle. Pero he vuelto, a fin de cuentas.

¿Y en qué estábamos? Ah, sí, Los Infiltrados... Poco puede decirse después de que Scorsese recibiera esos Oscares que se le anduvieron escapando al menos veinte años. Lo único que tal vez -y muy modestamente- se pueda agregar es que ahora sí que le achuntó. Así de simple.

Y lo digo como simple mortal, gozadora de espectáculos de matiné, y no como lo hacen ciertos personajillos que se sienten dioses porque les reparten estrellas a las películas cual maná al pueblo de Israel y nos obligan a coincidir con ellos en sus exquisitos y retorcidos gustos, so pena de pasar por incultos.

Y bien, puede que Los Infiltrados no sea la mejor película de Scorsese. Es más, está muy lejos de serlo, dicen ellos. Sin embargo, puedo decir a favor de ese viejo zorro que pocos pueden contar, a comienzos del siglo XXI, una historia de gángsters en clave clásica, al más puro estilo de un film del Rat Pack.

Pero, al mismo tiempo, Scorsese no se deja estar y se da el lujo de hablarnos en un lenguaje más que postmoderno, el cual incluye, por ejemplo, cerros de coca y cuentos sobre microprocesadores traficados a unos asiáticos histéricos.

Buenísimas actuaciones (es uno se los elencos más potentes que se han visto en años y no se queda sólo en lo nombres), una peculiar historia de amor -también en clave siglo XXI- y exactitud de relojería en términos de ritmo son la guinda de esta torta. Que al fin tiene un muñeco que ponerle encima.

¿Ironías de la vida? Entré al Cine Cervantes de Ovalle con el DVD de El Código da Vinci en la mano. Y me invadió un bochorno raro, sobre todo cuando don Mario, el operador, me saludó desde las alturas a través de su minúscula ventana.